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Revolución agroalimentarIA

La industria agroalimentaria, motor fundamental de la economía global y, especialmente, de nuestro país, se encuentra en un avance sin precedentes hacia la transformación digital.

En el Grupo Alimentario de Innovación y Sostenibilidad (GIS) sabemos que inteligencia artificial es sinónimo de tecnología, y tecnología, de innovación. Esta inteligencia artificial promete abordar desafíos muy importantes para el sector, como son la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental.

Con una gran capacidad para procesar grandes volúmenes de datos y realizar análisis a tiempo real, cosa que sólo puede hacer la inteligencia artificial, ya que a la inteligencia humana le llevaría mucho más tiempo conseguirlo, la IA está transformando muchos aspectos de la cadena agroalimentaria, desde la optimización de cultivos a través de la monitorización, por ejemplo, hasta las predicciones de venta de productos.

A finales del año pasado, tuvo lugar la última edición del Mapa de Escenarios de Oportunidad FoodTech de CNTA, financiado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En este escenario, la inteligencia artificial fue uno de los grandes protagonistas, con 33 escenarios identificados donde existe la oportunidad de mejora. El más popular en los medios es el de Proteína vegetal, que tiene un gran reto por delante: cumplir con las expectativas del consumidor. ¿Puede un producto plant-based igualar el sabor, la frescura, y la relación calidad-precio de los productos de origen animal? Habrá que ver si la inteligencia artificial hace justicia a su propio nombre y lo consigue.  

Algunas empresas se han subido al tren de la IA, y la utilizan para explorar nuevos ingredientes y diseñar productos novedosos, como sucede en el caso de las bebidas. Aunque el resultado no siempre es positivo o al menos, predecible. Todos conocemos a la famosísima Coca Cola, pues bien, hace unos meses esta compañía pidió a la IA que diseñara una nueva bebida “que supiera al futuro y que saciara la sed”. El resultado fue el nacimiento de Y3000, básicamente, la Coca Cola que beberíamos en el año 3000. Numerosos medios la han probado y la Y3000 no consigue el aprobado, ya que se considera que el sabor familiar y carbonatado de la Coca Cola de siempre se ha visto degradado hasta tal punto que resulta, incluso, desagradable.

Uno de los grandes beneficios de la IA en el campo, por ejemplo, es su capacidad para mitigar y predecir los riesgos asociados a la producción. Analizando el clima, el suelo y los cultivos, la IA puede ayudarnos a tomar decisiones informadas sobre qué cultivos plantar, cuándo y cómo gestionar el riego. Aprovechando el Día Mundial del Agua, el pasado 22 de marzo, podemos mencionar el enorme beneficio que supondría implementar inteligencia artificial en la gestión de riegos, que a su vez ayudaría a no desperdiciar ni agua ni otros recursos naturales.

En materia de plagas y enfermedades, todo son buenas noticias. Los sistemas de monitoreo pueden identificar signos tempranos de infestaciones para que los agricultores puedan intervenir rápidamente y minimizar los daños en los cultivos. ¿Evitar el uso excesivo de pesticidas y fertilizantes? Bienvenido sea.

Los algoritmos de la IA están ganando cada vez más terreno en la cadena de suministro, optimizando rutas de transporte, reduciendo tiempos de entrega y disminuyendo costes operativos. Además, uno de los aspectos que más me gustan de la IA como coordinador del GIS Alimentario es que previene el desperdicio de alimentos, ya que predice la vida útil de los productos.

Sin embargo, como ocurría en el caso de Coca Cola, no podemos confiar ciegamente en que todo serán avances. La inteligencia artificial plantea serios desafíos y preocupaciones. ¿Qué pasará con los productores que no puedan implementarla? La brecha digital es un hecho también en la industria agroalimentaria, y podría agravar las desigualdades en el sector.

Por otro lado, la dependencia excesiva de la tecnología podría disminuir la capacidad autónoma de la toma de decisiones de nuestros productores.

Por ello, creo que hay que recibir a la inteligencia artificial como una aliada, o más bien una herramienta de cuya ayuda tenemos que aprovecharnos para solucionar problemas, sin llegar a generar dependencia. La IA nos ayudará a hacer mejor nuestro trabajo, el que sólo nosotros sabemos hacer y sobre el que sólo nosotros podemos o debemos decidir.

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